Javi es un niño del Centro de Atención Múltiple (CAM) al que voy con mi escuela todos los jueves. Bueno, iba... hoy fue el último día.
Javi siempre fue mi favorito, se la pasaba sonriendo y corriendo y cuando se cansaba se sentaba junto a la puerta, ponía sus deditos en la rejilla y miraba hacia afuera. Miraba hacia el mundo al que aún no le permitían entrar. Pero Javi no sabe que jamás podrá estar allí.
Siempre me salía y dejaba de hacer las actividades con los demás niños para ir con el a la puerta, para acompañarlo en su silencio, en su meditación del mundo. Javi tiene esos ojos alegres y felices que me recuerdan lo que alguna vez fui y lo que aun puedo ser si me concentro realmente. Javi tiene esa chispa especial que sólo tiene muy, muy poquita gente que te hace querer estar con ellos y que hace que simplemente te agraden. Javi es tan inocente, tan inocente y tan intrigante a la vez...
Hoy a la salida, la maestra Marina me dijo que Javi tiene un síndrome degenerativo y que se va a morir. Que nunca va a poder hablar y que cada día será peor y que se morirá en unos años. Javi se va a morir sin saber hablar, sin poder decir lo que siente, lo que piensa ni nada. Javi se va morir y nunca va a poder pasar de presco. Javi se va a morir y no sé su apellido. Javi se va a morir.
No entiendo a la muerte, no entiendo lo injusto que es que alguien como Javi se muera o que simplemente alguien se muera. No entiendo a la gente que cree en dios y que cree que dios decide quién se muere.
Me entristece profundamente, me mata por dentro saber que Javi se va a morir así, sin saber hablar... tan joven, tan inocente, tan puro. Me entristece saber que los ojos tan alegres y llenos de vida de Javi pronto se cerrarán, diciéndole adiós al mundo, al mundo que nunca pudo conocer, al mundo al que vino para recordarnos lo que somos y lo que podemos ser.
Adios, Javier. Hasta siempre.