jueves, 2 de mayo de 2013

Update

No, por supuesto no estoy de regreso.
Los blogs aun son anticuados y lame, pero trataré de ver esto como una cápsula del tiempo.
Han sido tiempos difíciles, relativamente. Nada comparado con los tiempos difíciles de la clase obrera.
Mi propia versión adolescente pequeño-burguesa de tiempos difíciles.
Victoria, la chica de México se ha ido y probablemente para siempre, su fantasma aun recorre las tazas vacías y las hojas en blanco.
Mi abuelo está en el hospital desde hace varias semanas, me duele, para ser sincero, pero como se escapa su vida. Y como a mi mamá ya no le importa un carajo si se muere o no.
Mi fuerte comunismo sigue aquí, ya no creo que se vaya nunca. Todavía pasan esos episodios impactantes con la pobreza. Para mi sorpresa, no me he endurecido y el embate de las manitas sucias y cortadas de un niño pobre aún me destruye y aún me tira a la cama.
Semana Santa fue muy padre, pasé una tarde increíble jugando con unos niños indígenas, mi hermano, mi amigo Jordi y unas chicas de Estados Unidos ( sí, ya sé) en el centro de Querétaro, mientras la tarde caía y la mezcla de lavanda y lluvia enaltecían mis sentidos.
Fui a San Miguel de Allende y como siempre, Edgar hace que las vacaciones regulares se conviertan en leyendas.
Unas playeras más de Zapata y la hoz y el martillo, unos amigos menos, unos libros más, unos sobres de té menos... Pero todo luce relativamente igual que antes. Igual que en octubre. Nueva música, nuevas letras pero todo sigue girando alrededor de lo mismo, el Che, la chica imposible y la justicia.

jueves, 11 de octubre de 2012

De Miami y como siempre, del Che

Y aquí estoy, sentado frente al monitor, con las piernas cruzadas y la espalda encorvada. A unas horas de subirme una avión para irme de vacaciones a Miami, Florida y comprarme un iPod. Este viaje es mucho más que una contradicción ideológica, es hipocresía.
Aquí estoy, con la cara del Che rebotando en la pared, con ese póster que tengo en el que sólo mira a lo lejos con esa mirada que sólo Guevara tiene. Ese póster que he visto por largas horas. La hoz y el martillo rellenan el espacio. Me duele la cabeza, siento el peso en la espalda. Con mi pila de libros comunistas, con mi paliacate rojo y con un iPod y ropa de marca.
A veces pienso que todo esto es un chiste, uno largo, sobre un comunista que cruza la frontera a los Estados Unidos con el himno de la Unión Soviética en el bolsillo.
Sin embargo, me siento arrastrado por la situación. Los boletos comprados, las ilusiones de mi familia creadas y una situación donde oponerme a ir y a cooperar son sus planes sólo causaría una crisis y una gran, gran pelea ( pero que buen peso me quitaría de encima).
Lo que si podría hacer es no comprar el iPod, no ser una pequeña perra capitalista y sólo acompañar al grupo en lo estrictamente necesario. Pero vivimos en un mundo materialista, donde la mercadotecnia te caza de una manera voraz. Justo mientras escribo estas líneas, sale un aviso de e-mail de Apple sobre las nuevas ventajas del iPod Touch. Irónico.
Todas las noches, cuando me voy a dormir, cruzo los brazos, cierro los ojos y espero a que el sueño me derrote. Entre la conciencia y el sueño, un horrible pensamiento viene a mi cabeza y me golpea. Los rostros de las personas que murieron hoy de hambre pasan por mi mente, uno a uno. Me imagino viviendo en otras realidades, una realidad donde no tengo esta cama, donde no cené molletes. La tristeza me invade y me veo obligado a prender la lámpara y continuar con el libro en turno. Siento las lágrimas, las caras de dolor y de tristeza, siento el peso de los estómagos vacíos y yo aquí, a punto de irme a Miami.
Según yo soy muy comunista, según yo trato de no continuar alimentando al imperio gringo pero aquí estoy, con una incómoda cantidad de dólares en el escritorio, listos para ser gastados.
Me dirijo a la tierra de los anti-fidelistas... a una tierra donde la imagen el joven abogado Fidel Castro ha sido deformada a la de un terrible dictador, un Hitler chiquito.
Apenas me cae el veinte de que en unas horas estaré pisando el país al que tanto odio y puedo decir y escribir odio sin la menor duda. Los odio. Odio su idea de ser los dueños del mundo, odio sus pinches políticas intervencionistas, su imperialismo.
No sé como podré, no tengo idea de lo que voy a hacer. No sé si me voy a acabar encontrando al Che en el avión, junto a mi y con su mirada. Y acabaré echo bolita todo el día y odiando a todos y a todo.
No sé si al final seré llevado por el materialismo y luego consumido por dentro por la culpa.
Mi cabeza hecha un desmadre, el estómago se me revuelve. Continúo escuchando mi música especial para este mood de revolucionario. El remordimiento me carcome, ni un té me salva.

Esta tarde, al salir de la escuela, lleno de deseos de diversión y de "me traes un recuerdíto, eh" estaba realmente feliz. Estaba liberado de la monotonía gris de la escuela y listo para viajar, para conocer paisajes y gente, exitoso en mi estrategia de alejar mi comunismo "aunque sea un ratito". Salía muy feliz de la escuela lleno de abrazos y besos de despedida y una sonrisa de oreja a oreja, cuando de pronto... a unos pasos de la escuela, una señora indígena con su vestido morado. Las manos arrugadas, la piel morena reseca hasta el extremo, los ojos rojos y un rostro de profundísima tristeza.
Boom.
Mi corazón se detuvo, se me hizo un nudo en la garganta y se humedecieron mis ojos. Busqué en todos lados y no tenía ni un sólo peso, ni nada de nada. Mi mochila completamente vacía al igual que mis bolsillos. No tuve más remedio que regalarle un pulparindo. Lo puse en su mano y puse encima la mía. Le sonreí desde lo más profundo de mi corazón y me fui antes de tirarle una lágrima encima. Me hice el que no pasaba nada con mi amigo, Roberto.
Al llegar al coche pude contener el llanto y convertirlo en ira, como de costumbre. Y ahora es esta entrada.
Antes de irme, Roberto me dijo que no podría hacer nada. Que esos estómagos vacíos no eran mi culpa y que no podría hacer mucho para cambiarlo todo.
Con la voz entrecortada respondí que sí, que ya verá como se me ocurre algo.
Más vale que sea pronto, antes de autodestruirte, pensé.

martes, 11 de septiembre de 2012

De Martín, Salvador y Ernesto.

Hoy por la tarde mientras salía de la preparatoria me encontré con un hombre ciego. Me ofreció una pequeña oración a San Judas Tadeo en un papel arrugado, omití mi ateísmo y la tomé. Me dijo que le diera lo que yo quisiera, solo "un ayudita". En vez de darle dinero me quise quedar a escucharlo y le pregunté sobre uno de los carteles que traía pegado en la espalda.
El cartel tenía los rostros de Peña Nieto, Loyola (presidente municipal de Querétaro) y Clazada (Gobernador del estado) los tres, del PRI. El cartel tenía varios párrafos y al final "¡LADRONES! me causó mucha intriga. El hombre respondió que era porque él no estaba de acuerdo con la imposición de Peña ni con los gobiernos del PRI. Creo que sintió confianza en mi voz y me contó muchas cosas. Me mostró su IFE con el nombre de Martín y apellidos que no recuerdo. Me mostró cartas del gobierno del estado que lo certifican para trabajar y me explicó que aun con la carta, nadie le quería dar trabajo. Martín me contó después que su esposa es esquizofrénica y que está en una institución mental, me contó que él tiene que mantener a sus hijos y que en ninguna escuela les quieren dar becas. Martín se acercó un poco más a mi y me dijo que el si quiere laborar, que tiene todas las ganas del mundo de sacar el sustento de su pequeña familia con sus propias manos. Martín también me dijo que a veces no había que comer en su casa pero que dios siempre estaba con ellos. Que el tiene fe, toda la fe del mundo en que va a salir adelante. Para entonces yo ya estaba llorando como niño pequeño. Me ahogaba un poco entre las lágrimas y cuando tomaba aliento le preguntaba más cosas, haciendo todo el esfuerzo del mundo por que no se diera cuenta de que estaba llorando. Lo escuché por casi diez minutos, ahí ,en medio de la acera. Le di un fuerte apretón de manos a Martín, todo el dinero que tenía conmigo y un ligero abrazo. Le deseé mucha suerte, le dije que ya habrá justicia para todos y me fui entre lágrimas. El resto del trayecto a mi casa fue una lucha contra el llanto.Al llegar a mi casa prendí la computadora y me puse a leer de Salvador Allende, un hombre del que sabía muy poco y ahora sólo sé poco. Su último discurso me pegó y muy duro. Momento perfecto para escucharlo, me gustaría compartirlo en su totalidad pero por razones de espacio compartiré sólo el final.
Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz ya no llegará a ustedes. No importa. La seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal con la Patria.
El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse.
Trabajadores de mi Patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.
Trabajadores de mi Patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.

¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!
-Salvador Allende
Después de leer varias veces unos cuantos textos sobre y de Allende, me rendí de la computadora y me dispuse a continuar con el libro del Che, por primera vez en largas semanas. Ya leí toda esta parte del libro, pero no me molesta leer esas primeras trescientas páginas de nuevo, además esta nueva edición está plagada de anécdotas y detalles que no estaban en la pasada. Como ya he mencionado esto antes (creo) Ernesto Guevara causa un impacto muy peculiar en mi ( bueno, creo que en todos). El Che quema, el Che me hace sentir incómodo con mi situación. Aquí estoy, sentado con mi uniforme de "la institución", tomo Coca Cola casi todos los días y uso mi iPod hasta en la escuela. Hoy duermo en mi cama calientito, no duermo en lo profundo de un callejón con el frío que se siente en los huesos,  con un iPod que me despertará mañana, no con una cuchillo que tengo por prevención. Hoy duermo con mi estómago lleno, con comida y bebida a mi gusto y placer, en cambio allá afuera hay millones y millones de seres humanos que soñarían con una posición tan privilegiada como la mía. No entiendo la indiferencia de todos.
El Che me reclama de no estar allá afuera, tratando de hacer algo... o por lo menos de dejar de comprar Coca Cola y de vender mi iPod y usar el dinero para una causa noble.
Hoy duermo con muchos sentimientos rondando mi cabeza, pero sobre todo... hoy no duermo tranquilo. Mañana probablemente se me olvide todo y vaya a la escuela como sin nada. Pero no se cuantos encuentros con gente como el de hoy con Martín pueda resistir. No sé cuanta culpa más pueda aguantar.
Me despego del libro del Che porque ya lo estoy mojando y tirando lágrimas por todos lados. Escribo esta entrada con los puños duros, duros y llenos de ira. Ira que nace de esa tristeza, ira y sed, sed de justicia.
Esa justicia que hoy le prometí a Martín con un apretón de manos, esa justicia por la que no descansaré nunca.

martes, 31 de julio de 2012

Batalla a medianoche

Todo comenzó con sombras, a la tenue luz de la lámpara, a la medianoche.
La bestia pasaba volando, golpeándome la cabeza con sus patas hechas de polvo.
Las alas, negras como la noche que aguardaba fuera de la ventana aleteaban tan fuerte que podía sentir la onda del aire en mi rostro. La bestia se posaba en la pared, presumiendo su tamaño y poniéndome los nervios de punta.
Sabía que no era lo correcto matarla, no es su culpa ser una abominación y en los días recientes estuve defendiendo los derechos de los animales al punto de criticar zoológicos.
Pero también sabía que no tendría el valor de guiarla con cuidado fuera de mi acogedora guarida.
Con las manos sudorosas y la carne de gallina, deslicé la lanza de mi escultura de caballero de águila y la saqué por completo.
Un pedazo de metal bien pulido de 40 cm y que termina en punta, mi espada.
La bestia continuaba estrellándose contra la pared y contra la lámpara y los golpes retumbaban por el silencioso cuarto. Segado por la luz, movía mi espada como un anciano japonés mueve sus palillos chinos para que las moscas no se acerquen a su arroz, con mucha soya, como les gusta en al asilo.
Un golpe fallido y el sonido inconfundible del vidrio me hizo tomar la decisión final, jamás podría sacarla, la bestia moriría aquí y ahora.
Cerré la puerta y apreté el seguro, como temiendo que la bestia pudiera girar la perilla. Después de un par de minutos de vuelo en círculos continuo, la bestia se detuvo lo suficiente como para que pudiera soltar un espadazo más certero. Un pedazo del ala izquierda quedó en el piso mientras la bestia volaba de nuevo.
La victoria estaba un poco más cerca. Como todo buen psicópata, tomé un pañuelo y limpié el polvo y los trozos de ala de mi arma. Un minuto y medio de chocar violentamente contra la pare y de volar cada vez más torpemente, me dieron el valor de acercarme de nuevo. La bestia se quedó en un rincón y casi sin ver, volví a atacar.
La horrible abominación voló tan rápido que ni me di cuenta que se había ido, al levantar mi espada vi un líquido amarillo escurriendo hacia abajo. Victoria.
Limpié el líquido y esperé a que mi víctima cayera muerta. De repente, la bestia se posó frente a mi, dispuesta a morir. Pensé en esperar a que muriera lentamente. La bestia aleteaba haciéndome saber de su sufrimiento, un par de pasos más y me sentí listo para dar el último golpe, el definitivo. Apunté y la espada cayó.
Lo que tenía ante mí después de eso era el espectáculo más asqueroso y horripilante que había visto en mucho tiempo. La cabeza completamente separada del cuerpo y en el medio, una cantidad increíble de líquido viscoso amarillo.
Limpié mi espada y me dispuse a levantar el cadáver. Cuando acerqué mi dedo cubierto con un pañuelo al ala de la bestia, esta aleteó y levantó vuelo por un par de segundos.
Tomé de nuevo mi espada y la clavé justo enmedio.
Hoy, la bestia descansa en la lanza del caballero águila, como trofeo de mi batalla a medianoche.

miércoles, 18 de julio de 2012

Del verano y lo que queda

Yo sé, yo sé... les debo muchas.
Esta entrada servirá de actualización, aunque muy breve y muy pobre.
Compré la nueva edición del libro del Che y es mucho más largo, es como una biblia. Llevo apenas como cincuenta páginas porque cada  vez que me siento a leerlo, algo se presenta.
Edgar estuvo aquí del martes al lunes y supuestamente me iré a México mañana. En los últimos días terminé una caja de galletas por cada doce horas, tres empaques grandes de panditas y perdí la cuenta de Boings congelados.
En las últimas 48 horas vi: Fight Club, Scarface ( You cockroaches wanna play it rough?) Back to the Future ( Sí, DE NUEVO), Back to the Future II y This is Not a Movie ( la de Olallo Rubio). Estoy haciendo un gran esfuerzo por bajarle un poquito a mi watchlist de IMDb
Prácticamente obligué a Edgar a leer la historia del capitalismo y le voy a llevar Mar para principiantes. No lo voy a hacer comunista, de hecho no está en mis planes hacer a nadie comunista, sólo quiero informar un poco a la gente a mi alrededor.
Sobre la UCO, estoy totalmente asqueado. La palabra "institucional" me da ganas de vomitar y el reglamento es estúpido e intolerante. Creo que tomé la peor decisión de mi vida.
Mi papá dice que está en Chiapas y espero que cuando ( y si) regrese me traiga algo del EZLN o algo, no sé.
Lola está en Estados Unidos comprando ropa y viendo a su familia que es muy cool :3
Mi mamá dice que debo mantener mi comunismo a raya de mis relaciones.
El verano luce gris, sólo como la sombra de lo que me imaginaba que sería.. espero que Edgar si me invite y que si pueda hacer un par de cosas.
Por ahora continuaré viendo películas y quejándome del sistema y del capitalismo desde mi iPod, gritándole y escupiéndole a las grandes corporaciones mientras tomo de mi taza de Starbucks.

Mi vida es un chiste.

jueves, 14 de junio de 2012

Javi

Javi es un niño del Centro de Atención Múltiple (CAM) al que voy con mi escuela todos los jueves. Bueno, iba... hoy fue el último día.
Javi siempre fue mi favorito, se la pasaba sonriendo y corriendo y cuando se cansaba se sentaba junto a la puerta, ponía sus deditos en la rejilla y miraba hacia afuera. Miraba hacia el mundo al que aún no le permitían entrar. Pero Javi no sabe que jamás podrá estar allí.
Siempre me salía y dejaba de hacer las actividades con los demás niños para ir con el a la puerta, para acompañarlo en su silencio, en su meditación del mundo. Javi tiene esos ojos alegres y felices que me recuerdan lo que alguna vez fui y lo que aun puedo ser si me concentro realmente. Javi tiene esa chispa especial que sólo tiene muy, muy poquita gente que te hace querer estar con ellos y que hace que simplemente te agraden.  Javi es tan inocente, tan inocente y tan intrigante a la vez...
Hoy a la salida, la maestra Marina me dijo que Javi tiene un síndrome degenerativo y que se va a morir. Que nunca va a poder hablar y que cada día será peor y que se morirá en unos años. Javi se va a morir sin saber hablar, sin poder decir lo que siente, lo que piensa ni nada. Javi se va morir y nunca va a poder pasar de presco. Javi se va a morir y no sé su apellido. Javi se va a morir.
No entiendo a la muerte, no entiendo lo injusto que es que alguien como Javi se muera o que simplemente alguien se muera. No entiendo a la gente que cree en dios y que cree que dios decide quién se muere.
Me entristece profundamente, me mata por dentro saber que Javi se va a morir así, sin saber hablar... tan joven, tan inocente, tan puro. Me entristece saber que los ojos tan alegres y llenos de vida de Javi pronto se cerrarán, diciéndole adiós al mundo, al mundo que nunca pudo conocer, al mundo al que vino para recordarnos lo que somos y lo que podemos ser.
Adios, Javier. Hasta siempre.

sábado, 19 de mayo de 2012

Del Che y otras cosas

Hace buen tiempo que no escribía nada.
Me hice un poco de tiempo para escribir aquí.
Estoy leyendo la biografía del Che de Paco Ignacio Taibo II. Está muy cool aunque no llevo ni 25% del libro. Ya tengo un póster del Che en mi cuarto y hace un mes fui el Ché en un concurso de disfraces, además me niego a cortarme el pelo aunque la mitad de la gente que conozco me vea como a un vago.
Presiento que se avecina un trauma.
Es sábado y las cosas pintan bien para el resto de día, continuaré leyendo encerrado en mi cuarto por el resto del día, aunque quizás salga a jugar Call of Duty con mis amigos(online).
No falta mucho para el verano. Cuando falte aún menos, les aclararé bien mis planes.
Hasta pronto, tuditos.