viernes, 10 de febrero de 2012

Hello Kitty

Hola Kitty.
Hoy fui a una fiestecilla de bebés... sí ¿Qué es más cool que tener quince y usar tu viernes en una fiesta infantil de Hello Kitty? Nada señores, nada.
La verdad es que todo esto de las fiestas infantiles es algo que estaba quedando fuera de mi memoria. Si han tenido la mala suerte de no haber asistido a una recientemente les recordaré brevemente:
Un salón, relativamente pequeño y con una de esas jaulas de juegos de varios pisos que más tarde se convierte en un castillo, en la base militar , en un barco, en una nave espacial o en la guarida de la mafia.
Las madres, ( en esta ocasión de clase muy alta) llegan con sus carriolas importadas y sus bolsas de marca. Una a una toman asiento jerárquicamente y el pequeño que puede llamarse Pablo o tal vez tenga algún nombre en hebreo les jala el vestido. La madre, trata de callarlo con un "sí, sí hijo... haz lo que quieras"... Y después se quejará porque el pequeño si hizo lo que quizo.
Los niños corren alrededor de la gran jaula y colman de gritos el lugar. Dan vueltas y vueltas y eventualmente uno o dos se parten la madre.
Las madres chismorrean sobre la vecina o la prima de una amiga, después presumen los logros empresariales de sus maridos y al final, cuando se cagan lo suficiente se ponen a presumir cuantas veces van al Spa a la semana.

Que fácil es ser bebé, tus preocupaciones ( además de comer, beber, cagar y dormir) son sólo conseguir más dulces y que tu mami te compre el nuevo Max Steel ( O Ben 10 o lo que carajos esté de moda ahorita).
Los niños y las niñas son iguales en la jaula de juegos. Nadie ve con ojos de amor a nadie, si hay problemas se arreglan a golpes y mordidas y al final, después de un extenso regaño de las madres, todos son amigos otra vez.
Después, llegan l@s animadores e invitan a todos a hacer burbujas o a hacer antifaces o a "pintarse la carita" de Batman o de alguna princesa.  Algún rebelde hace su campaña anti-animadores y le hecha un chorote a los niñitos más pequeños sobre que la diversión la hacen ellos y no las malditas animadoras feas. (Sí, ese era yo).
Al principio, convertía el movimiento anti-animadores en un movimiento de "dulces para todos", los dulces nos pertenecían a todos y como cada quién tenía sus gustos, habría dulces para los gustos de todos, los dulces como el duvalín y otros populares serían contados y repartidos por igual. Me amaban.
Después evolucionaba, me volvía un tirano y me aliaba con los otros líderes, les hacía creer que ellos eran los que mandaban y los mandaba a los pisos de abajo , a la alberca de pelotas o a buscar más dulces. Escogía a las dos o tres niñitas más bonitas y las traía conmigo. Me empezaba a guardar los mejores dulces para mí y mis chicas. Después escogía a mis mejores hombres y los mandaba buscar las cajas de dulce que estaban en algún lado.
Al final,  alguno de los niñitos ( que seguramente se había enamorado de alguna de mis ñiñitas) se quejaba de que me estaba quedando los mejores ducles y forjaba su movimiento anti-Willy, me atacaban y  nos perseguían, me quedaba con las chcias y con los pocos amigos que me restaban y todos juntos nos ibamos a una esquina, a ser prófugos de la justicia, a ser malotes. Luego, mi mamá llegaba por mí o decidía que era hora de irnos. Me llevaba mi selección preferida de dulces y le daba un beso en la mejilla a la chica que más me gustó. Después continuaba siendo verdaderamente feliz.

¿Que carajos pasó? Cerré los ojos por un segundo, y este miércoles cumplí quince años.

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