sábado, 21 de enero de 2012

Nuclear

Cinco de la mañana.
La cama caliente y en su mejor momento, la pequeña ranura de sol que se asoma en el horizonte aún no invade la habitación. Algo me trae del sueño, pero no es la alarma. Doy vueltas, vueltas como loco en el sueño. La cama tiene gravedad propia. Las sábanas me abrazan como una madre. Algo me trae del sueño, otra vez. Pero ese sonido tan hartante no es mi alarma para ir al trabajo. Mi párpado derecho se desliza con suavidad por el ojo, subiendo poco a poco, dejando a las pupilas asomarse y descubrir el mundo. Suelto un gemido, trato de ignorar el ruido y me doy la vuelta. Es imposible, el sonido es demasiado fuerte. De pronto, el sonido toca una campana en mi cabeza; Alarma nuclear.
Mi corazón se acelera y puedo ver mi pijama de felpa con dibujos de dinosaurios temblar por el latido frenético de mi corazón. Respiro tan rápido que se me seca la nariz y tengo esa sensación de sangrado. Aviento las sábanas lejos de mí, como despreciando su amor. Me siento en la cama y puedo sentir el reclamo de mi cerebro por hacer un movimiento tan brusco. El sonido repetitivo y aterrador de la alarma nuclear me marea. En desesperación, me levanto y tiro una mesa con una taza de café vacía y los papeles del trabajo. Temblando, me acerco a la ventana y muevo la cortina hacia un lado con suavidad. Afuera... caos, la gente corre y llora. Los faros de la calle se apagan uno a uno y el sol comienza ya a ascender en su trayectoria por el cielo. Anne, la anciana que vive en la casa frente a mí llora y sostiene un teléfono en la mano, con la mirada perdida hacia la calle. Con las primeras lágrimas en los ojos alcanzo la pequeña mesa de noche y tomo el control del televisor y mi teléfono celular. Llamo el primer número en mi lista mientras enciendo la tv.
-¿Bueno?, ¿Mamá?- Digo desesperado. Pasan unos segundos, en el fondo sólo gritos y llanto.
-Hola hijo- Respondió mamá tratando de parecer tranquila.
-Quiero que sepas que te amo y que agradezco todo lo que hiciste por mí.- En el televisor, lo obvio fue confirmado. El hombre del noticiero, con la corbata desarreglada y con gotas de sudor rodando por su frente hablaba exaltado y al borde del llanto. De vez en cuando se detenía y tomaba aire. Abajo, una gran y ancha linea roja que ocupada 1/5 de la pantalla con letras mayúsculas en negro decía "ATAQUE NUCLEAR, TIEMPO PARA IMPACTO ( estimado ) 15min 32 seg...
-Yo también te amo hijo. ¿Quieres hablar con tu padre?-
-No, gracias estaré bien.-
-Es sólo un hasta luego, nos veremos allá arriba, con Jesús.- Dijo mamá, permanecí callado, pues no creía en esas cosas. Sin embargo, en ese momento daría todo por creer. Mis manos sudaban,  mi cabeza pesaba y sentía un hoyo en el estómago.
-Adiós mami-
-Adiós, hijo- Mamá soltó un breve gemido, evitando llorar.Colgué el teléfono. Me senté en la cama y me limpié el sudor de las manos en los muslos. Noté que la alarma había dejado de sonar, ahora podía escuchar claramente los gritos de llanto de la gente desesperada. Un par de minutos viendo el noticiero me hicieron comprender la situación. Era una bomba termonuclear ( de hidrógeno). No tenía caso escapar. La bomba no dejaría sobrevivientes en toda la ciudad, si es que lograba alejarme de la onda de choque, la onda de calor o la radiación ionizante me matarían. El hombre del noticiero se puso a llorar e hizo una señal de cortar la señal.
Me acosté en la cama y apagué el televisor, me quedé en la tenue penumbra del amanecer y me llevé las manos a la cabeza. Empecé a llorar, tratando de estar lo más calmo posible. Trataba de de controlar mi respiración y de contener el llanto. Me recordé de Marie, alcancé el teléfono celular y llamé.
Mientras esperaba a que Marie contestara la llamada noté que la alarma había vuelto a sonar.
-¿Hola?- Contestó ella con su dulce voz, cortada por el llanto.
-Hola, sólo quiero decirte que me pasé muy bien contigo, todo el tiempo que estuvimos juntos, que no me arrepiento de nada y que te amo.- Traté de contener mi voz al final. Marie pasó un buen rato sin hablar, en el fondo la oía llorar sin consuelo.
-Calma, tranquila, no sufras los últimos momentos de... de.. tu vida.- Tartamudee
-Yo también te amo.- Respondió, la escuche reprimir el llanto. Ambos colgamos unos segundos después.
Un rayo de sol entró lentamente por la ranura de la cortina. Me asomé a la ventana y descubrí a la familia de inmigrantes Guatemaltecos rezando agarrados de las manos. Elevaban su voz para tratar de no escuchar la alarma. Según mis cálculos sólo quedaban un par de minutos para el impacto. Que patético, no importaba cuanto me quisiera Marie o mis amigos. Tampoco importaba cuanto me quisiera mi familia, ni nadie. Iba a morir sólo, aquí por mi arrogancia de ser independiente. Iba a morir en este horrible desorden que es mi departamento, pero no importaba por que en unos minutos no sería más que polvo. La alarma se detuvo de nuevo. Por un momento me pasó por la mente intentar rezar, pero me dí cuenta de que sólo era desesperación. Por la ventana podía ver la delgada pero larga línea que había dejado el misil en su trayectoria. ¿Quién habrá lanzado el misil? seguro la gente en las noticias ya lo sabía, seguro iniciarían una guerra mundial, seguro habrá un hermoso homenaje para nosotros y cuando la radiación del lugar se disipe, tal vez una estatua o un edificio conmemorativo. Pero eso ya no me tocaba a mí, ya no le tocaba a nadie a cinco kilómetros a la redonda, incluso diez. También pensé en el suicidio, pero no había caso, ninguna muerte sería más instantánea y menos dolorosa que esta.  La línea del misil se había detenido, había comenzado la caída libre. Nervioso y desesperado me acosté de nuevo en la cama y me tape. Imaginaba que mis cobijas me protegerían y que después, todo estaría bien. Sudaba frío y temblaba. Me quedé ahí sólo, agarrado de la orilla de mi cama, temblando y llorando. Veía cada plan y sueño de mi vida destrozado por la bomba. Me quedé sólo y sin mi mamá, sin mi papá, sin Marie y sin mi hermano. Sin un Dios tampoco. Me quedé ahí, esperando lo más tranquilo que pude esperando la inexistencia, esperando desaparecer y dejar se ser para siempre.

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